De puertas y ventanas

Cuando una puerta se cierra, otra se abre

Tradición oral, refranero

Esta frase la oigo mucho últimamente. No quiere decir que se me haya cerrado una puerta, no, la he oído en varios contextos diferentes:

• En un contexto de esperanza, para dar ánimo a alguien.
• En un contexto de oportunidad, como situación que parecía adversa y se ha aprovechado.

Ambos, evidentemente están ligados, pero tienen connotaciones diferentes. En ambos el cambio no era buscado, pero la situación resultante es diferente. En el primer contexto todavía no se ha encontrado una solución, por eso se da esperanzas a quien ha sufrido ese revés. Mientras que en el segundo contexto, una vez superado el contratiempo, vuelve la vista atrás y se valora esa oportunidad que ha dado la situación.

En mi caso, siempre he sido de abrir puertas a ver qué hay detrás. Eso no es un cambio no buscado, pero el refrán, como cualquier otro que viene de la tradición oral, acepta muchas formas:

• «Siempre que se cierra una puerta, se abre otra»
• «Cuando se cierra una puerta, se abre una ventana»

El uso de siempre refuerza el mensaje de esperanza. Para el segundo caso, me hace gracia su uso por el simbolismo de la ventana. Puede representar nuevos aires, ventilar como «dejar ir»… Pero por otro lado, de una ventana también se salta, y si es desde un piso muy alto, es algo fatídico.

Los cambios y las oportunidades

Como decía antes, soy una persona con tendencia al cambio, me siento cómodo en entornos VUCA, buscando nuevos retos. En una empresa grande con promoción interna y posibilidad de cambio es genial. Y eso es algo que me atrajo mucho de la consultora en la que trabajo ahora (AT Sistemas, que acaba de cambiar el nombre a Knowmad Mood) donde si no estás contento en el proyecto en el que estás, puedes pedir un cambio, es decir, cerrar una puerta, y que te abran otra.

Antes de esto, como freelance, iba saltando de proyecto en proyecto. Casi como en la típica escena de dibujos animados en la que los personajes aparecen y desaparecen en un pasillo con varias puertas sin llegar a encontrarse.

Y antes de ser autónomo, he trabajado en muchas empresas diferentes. Cada cambio, buscado o no buscado, ha supuesto una nueva oportunidad. A veces buena, a veces no tanto. Y es que a veces la puerta, o ventana, que se abre, puede no ser tan buena.

Es tarea nuestra, coger esa puerta, la oportunidad, y convertirla en un aprendizaje. Y como dicen: O se gana o se aprende. Mantenerse en ese modo de aprendizaje, sentir que sigues aprendiendo, incluso en situaciones donde podemos considerar que hemos ganado, es avanzar. Por eso incluso cuando parece que la situación no va a permitirnos avanzar, si sabemos aprovecharlo para aprender, estaremos yendo hacia adelante.

Estabilidad

También hay mucha gente que tiene aversión al cambio. Prefieren la estabilidad. No les gusta abrir puertas «por lo que pueda pasar». No es algo malo, en ocasiones la vida nos pide reducir un poco y no sumar más caos al que tengamos. Se me ocurren situaciones como una futura paternidad, la compra de una casa o, también, el haber encontrado el entorno perfecto. Laboral y profesionalmente.

Aquí enfrentamos el «aburrirse» con estar «tranquilo». Y en ambos casos es nuestro cerebro el que decide. No somos «inquietos» unos o «aburridos» otros. Simplemente nuestro cerebro responde a estímulos diferentes que vamos modificando según decidimos el camino por el que tirar.

Porque al final esto no va de decisiones «buenas» o «malas». Cada persona, en base a su sesgo y aprendizajes, va tomando las decisiones que le llevan por un camino u otro en un momento determinado.