Encuentra el respeto de tus compañeros

Respeto
1. m. Veneración, acatamiento que se hace a alguien.

En este caso la definición de la RAE no me termina de gustar. Respeto (en la acepción de acatar), y mucho, a todos los miembros de la Real Academia. Guardianes del lenguaje, pero para mi el verdadero respeto es cuando conoces a alguien y piensas «wow, que bien trabaja/juega/habla/explica… esta persona». Respeto como veneración, no como acatar. Respetar porque alguien tiene más autoridad y lo acatas no tiene esa base de experiencia, interacción previa y conocimiento que acompaña a la parte de veneración. Así lo veo yo al menos.

El respeto nace en mis padres

La primera persona a la que respeté de verdad fue a mi padre. En todos los sentidos: por la autoridad que tenía como padre, porque era una persona muy seria en el día a día pero que sabía divertirse, su capacidad para leer 6 o 7 libros a la vez, además libros que no eran novelas, la memoria que tenía para recordar autores, libros, ediciones, directores de orquesta (su otra pasión era la música clásica) y, además, por la cantidad de veces que le vi trabajando en casa, con infinitos planos enormes y haciendo sus cálculos como ingeniero de caminos. Para mi, que no soy nada bueno con las matemáticas, era como ver a einstein desarrollando la teoría de la relatividad.

Y es sobre esta parte del respeto y el trabajo sobre la que quiero reflexionar. Mi padre tenía una especialidad dentro de su desempeño como Ingeniero de caminos: las estructuras metálicas. De hecho, era el profesor de esa especialidad en el último año de ingeniería de caminos.

El respeto a través de la especialización

Durante muchos años mi padre me llevaba a primera hora al colegio, al instituto o me acercaba al trabajo. Como funcionario en el Ministerio de Obras Públicas y Transporte, el Paseo de la Castellana era muy fácil para conectar cualquier ruta. El caso es que durante algunos periodos, a este commuting se sumaba algún compañero de mi padre. Y me resultaba muy llamativo percibir en estos compañeros también ese respeto. El mismo respeto que más tarde he tenido yo por esos jefes que notas que atesoran mucho conocimiento y puedes aprender de ellos.

Y al tener esa referencia tan presente en mi infancia, adolescencia y mis primeros trabajos, me ha llevado no solo a valorar ese perfil de jefe, sino también a tratar de ser ese compañero/responsable al que puedes recurrir cuando tienes una duda y del que acabas aprendiendo. No sé si lo he conseguido siempre, pero la clave, para mi, siempre ha estado en la especialización.

Trabajando con equipos multidisciplinares, en proyectos de todo tipo, he tratado de aportar valor en aquello que detecto puedo hacer realmente bien. Pero de verdad. Y a partir de ahí construir la reputación. A veces ha salido bien, otras no tanto. Nadie es infalible. Pero me ha servido para aprender de mis errores.

¿Y en qué soy realmente bueno?

Eso es algo que siempre he tratado, y sigo tratando, de averiguar. Es más fácil ver los problemas, o éxitos, ajenos que los propios y, además, clasificarlos. Por eso siempre intento pedir feedback. Y prefiero que me respondan honestamente sin caer en la adulación para no «quedar mal», o que se centre en la crítica.

Sabiendo nuestras fortalezas también llegamos a nuestras debilidades. Sobretodo cuando unas y otras no están alineadas. Es decir, si creo que hay algo que he hecho bien, pero el feedback va en otro sentido, puedo determinar que lo que creía que estaba haciendo bien, no era así. ¿Para qué tratar de corregirlo? Mejor poner el foco en lo que hago bien y llevarlo al nivel más alto que pueda. ¿Y lo que hago mal? Podemos tratar de evitarlo, buscar otro enfoque o, también mejorar, pero nunca descuidando lo que ya sabemos que hacemos bien.

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad

Como diría el tío Ben a Spiderman. Y no hay nada más cierto porque una vez has conseguido esa reputación, te darán la responsabilidad de hacer tareas y esperarán que tenga la calidad correspondiente con el nivel que has demostrado en otras ocasiones. Esto supone una presión adicional, pero si realmente dominas esas tareas, sería muy raro que bajes el nivel.

Y, para mi, tener la ocasión de hacer cosas que domines, te da la oportunidad de revisar tu metodología, buscar puntos de mejora, sumar más feedback y, en definitiva, seguir mejorando.

PD: Ayer fue el cumpleaños de mi padre, cumpliría ya 87 años, y este post es otro pequeño tributo a su memoria.

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Nacido en 1977, diseñador gráfico y web desde 1998, desde hace unos años especializado en UX y UI. He pasado por diferentes proyectos y empresas, pero casi siempre de producto digital. Ahora mismo en AT Sistemas, como Consultor UX para RSI (Rural Servicios Informáticos). Padre de dos "fieras" adorables y marido. Muy del Atleti. Afición por la fotografía, el video, videojuegos, las plantas... Trato de hacer todo lo mejor que puedo.

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