Mi Camino hacia el Cinturón Negro : Comienza el viaje
Por dar algo de contexto, he sido un aficionado a las artes marciales desde muy pequeño. De niño probé Judo en el colegio. He practicado Kickboxing durante casi 5 años a mis 20 y pico, más recientemente 2 años de Krav Maga, con el sistema propio de Delta Krav Maga y, desde Febrero de 2024, a mis 46 años me he iniciado en el mundo del Brazilian Jiu Jitsu. Como arte marcial, es lo más duro que he probado hasta ahora. Una experiencia realmente transformadora que, además, está impulsando otros cambios en mi vida.
En esta serie de posts voy a tratar de compartir experiencias y aprendizajes, tratando de relacionarlos con el desarrollo personal y profesional. No voy a tratar de explicar movimientos o técnicas. Si bien mi ambición es ganarme el cinturón negro. Y es posible que no lo consiga. El camino va a ser complicado pero, precisamente por eso, lo verdaderamente importante es el proceso. Con sus buenos y malos momentos.
Y aunque el objetivo, el cinturón negro, es la razón de haber empezado este camino, cada día sumamos experiencia y práctica.
La decisión
Después de más de dos años yendo dos días por semana a DKM (Delta Krav Maga, ahora StreetMMA) había llegado a un punto en el que era muy consciente de mis carencias. El sistema de DKM tiene dos pilares: el striking (kickboxing) y el grappling (Jiu Jitsu), y una filosofía: se entrena como trabajas. Aquí practicábamos escenarios lo más reales posibles, siempre en aumento y en stress.
Dada mi experiencia en Kickboxing, donde realmente me veía más flojo era en el grappling, en el suelo. Por eso, cada vez que hacíamos drills, o sparring, específico de suelo, sentía que tenía que mejorar. Entonces me planteaba el apuntarme a aprender Brazilian Jiu Jitsu. Pero no iba más allá de un pensamiento fugaz después de entrenar.
Por cuestiones personales, de casualidad, en Enero me encontré con el dojo de Mathias Ribeiro. Me quedaba cerca de casa y me sonaba muchísimo su nombre. De hecho, buscando en Instagram resulta que le seguía. Visité su web, llamé, me informé de horarios y precios… Y decidí ir a probar la última semana de Enero.
Primera clase
El concepto del entrenamiento es muy parecido al que hacíamos en DKM. Un calentamiento corriendo sencillo, a continuación una rueda con voltereta lateral, normal, con salto, hacia atrás y «animales» (animal flow lo llaman en el mundo del fitness) o algún movimiento específico como el berimbolo o la fuga de cadera, a continuación drills o técnica y para terminar, lo que para mi ha sido el factor diferencial respecto a DKM: La lucha.
Al tener el cambio en el horizonte y por las vacaciones de navidad, llegué un poco fuera de forma, y el calentamiento y la rueda inicial me costaron un poco. En la técnica practicamos diferentes movimientos desde la posición de 100 Kilos (side control), posición que ya había practicado antes. Y para terminar, el maestro, Robert, me ofreció luchar aunque, como dijo literalmente «normalmente a los nuevos no les digo que luchen durante las primeras dos semanas pero como has hecho Krav Maga…». Y me animé.
La sensación fue de frustración total. Nada de lo que había practicado en DKM funcionaba. Me sentí como un muñeco, sin aire, sin capacidad de reacción. El caso es que me gustó. Porque vi el potencial de la clase, y lo que podía llegar a aprender, pero ese día salí agotado y con una mezcla de sensaciones difíciles de explicar. Es como si en el onboarding al puesto de trabajo en el que acabas de empezar, después de lo básico, te ponen a trabajar en un proyecto con entrega ajustada y compañeros con muchísima más experiencia que tu. Pero esto lo explico con más detalle en mi LinkedIn.
Evidentemente, después de esta primera toma de contacto, acostumbrado a los retos y con la decisión prácticamente tomada desde antes de entrar, decidí continuar.
Primer mes
En Febrero descubrí la que sería la tónica general de este camino. Tengo que aprender a sobrevivir. Tengo que ser resiliente. Obstinado. Tenaz. Porque entro en un grupo que me saca 3 meses de ventaja. Y 3 meses son un mundo. Y además los compañeros van más días al gimnasio. Y así, cada lucha que no conseguían finalizarme, lo celebraba como si fuera algo increíble.
También me di cuenta de que bordeaba la lesión. La exigencia de la lucha te lleva tan al límite que cualquier situación puede acabar con algún daño. Me sorprendió ver el uso de protector bucal para los entrenamientos. Y, también, lo fuertes que estaban los compañeros en general. Y qué decir de los graduados. Las clases en este dojo se dividen entre graduados y principiantes. Los graduados entrenan antes, los principiantes a continuación. Los graduados tienen sus skills mucho más desarrolladas y, físicamente también están mucho más fuertes. Algo así como la comparación directa entre becarios y senior en la empresa.
Las ceremonias
Algo inherente de las artes marciales, creo que debido a su nacimiento en japón, donde dan muchísima importancia a las tradiciones, son las ceremonias. Y en el Brazilian Jiu Jitsu es exactamente igual que en el resto: Se saluda al entrar y salir del tatami. Para entrar y salir se pide permiso. El saludo y charla del profesor al inicio y al final de la clase. Y de manera específica, la unión de graduados y principiantes al final de la clase de los primeros y al inicio de la clase de los segundos.
Esto es algo así como cuando te incorporas a una empresa y el equipo tiene la costumbre de bajar a desayunar un día y a un sitio en concreto. O comer un determinado día de la semana. Son cosas que hacen equipo y, además, ayudan a la disciplina interna.
Próximamente…
Seguiré compartiendo la experiencia de vez en cuando. Como sentí mi primera «victoria». El ganar a un graduado. Como hacemos equipo. Cuando fui a animar a los compañeros en su primera competición. Los momentos de bajón… Y cómo vivimos el éxito de Robert en el Master Europeo Internacional.